(Extracto del texto perteneciente a la Tesis Doctoral de D. Carlos León acerca del Origen y evolución de los sistemas de riego)

Acequia Real o Gorda del Genil en la Vega de Granada

 

Las desventajas que implica la irregularidad de nuestro régimen pluviométrico ha tenido como consecuencia que las agrupaciones formadas por los agricultores para captar las aguas y organizar su aprovechamiento constituya una pieza clave en el interesante devenir de los riegos españoles. Es posible que el origen de estas asociaciones, conocidas en función de su ubicación geográfica y la época como hermandades, sindicatos, juntas, gremios, juntamentos, heredamientos o comunidades de regantes, sea anterior a la dominación islámica, pero no cabe duda de que fue durante este periodo cuando el potente influjo de ideas, conocimientos y prácticas sobre la gestión y organización de los regadíos implantó y generalizó la agrupación de usuarios que se beneficiaban de una misma infraestructura, perdurando este modelo hasta nuestros días. Es preciso señalar que la pervivencia de las Comunidades de Regantes se debe a que el Estado ha permitido el régimen de autogestión y les ha dado respaldo legal, pero su éxito se debe principalmente al saber hacer de estas asociaciones milenarias,  lo que las han convertido en modelos imitados en otros países.

Dentro de estas asociaciones de riego una de las más antiguas y con mayor tradición en España es la Comunidad de Regantes de la Acequia Gorda del Río Genil, la cual lleva gestionando los riegos de gran parte de la Vega de Granada al menos desde la época islámica.

El río Genil es el más caudaloso y afamado de cuantos nacen en las cercanías de Granada, siendo además el mayor afluente de río Guadalquivir, que es el curso de agua que articula Andalucía. Fue llamado por los romanos Singilos o Singilis, y desde entonces su hidronimia ha venido conservándose en mayor o menor medida, pues los árabes lo conocieron por Singil, pasando a denominarse Xenil tras la conquista cristiana de la ciudad de Granada, de donde deriva directamente el nombre con el que se le conoce actualmente.

La primera canalización histórica con origen en este río, en su margen derecha, fue la Acequia Gorda, conocida por su nombre árabe al-Saqiya al-Kubra y que habría de traducirse más literalmente por Acequia Mayor, la cual nació con la vocación de ser el más importante canal de riego de la vega de Granada. De ella, a su vez, se derivaron hasta cinco acequias: Arabuleira y Tarramonta, que tras cruzar el río Genil regaban las tierras de las alquerías que quedaban en la margen izquierda del río Genil; Acequia de la Ciudad o Arca del Agua, que fue destinada al suministro de agua a los barrios meridionales de Granada; Acequia del Jaque del Marqués de Mondejar, cuyas aguas se destinaban al riego de la alquería de Maracena y Acequia de Santa Fe para el riego y abasto de sus tierras.

La primera noticia en relación al origen de esta infraestructura de riego corresponde a la descripción de la Vega de Granada realizada en el siglo XIV por el historiador Ibn al-Jatib en su obra Al-Ihata fi ta’rif Garnata (Fuente completa sobre la historia de Granada), así como la de otros historiadores del siglo XIX como Leopoldo Eguilaz y Yanguas y Luis Seco de Lucena, los cuales sitúan su construcción entre los años 1073 y 1090, unos bajo el mandato del rey Badis ben Habús y otros en el reinado de su nieto Abd Allah. No obstante, del análisis de estos relatos se desprende que lo más probable es que se refieran a la construcción del ramal conocido como Arca de la Ciudad, el cual tomaba agua de la Acequia Gorda para suministrarla a los barrios meridionales de la recién creada Medina Garnata.

 En efecto, la fundación de Medina Garnata (Granada) como capital del reino zirí en el año 1013 por el rey Zawi ben Ziri as-Sinhayi, así como el posterior desarrollo de la misma por su sobrino Habús ben Maksan, motivó  que una de las principales cuestiones que hubo que resolver fue el abastecimiento del nuevo asentamiento. Inicialmente surgió la necesidad de abastecer a los barrios dela Alcazabay dela Mezquita Mayor, para lo que se construyóla Acequiade Aynadamar desdela Fuente Grandeen Alfacar, mientras que para la parte baja de la ciudad se derivaron las aguas del río Darro mediante las acequias de Axares y Romayla.

Según se desarrollaba la ciudad hacia el Sureste fue necesario buscar  nuevas fuentes de suministro de agua, para lo cual se derivó un ramal dela Acequia Gorda, que pasaba por el entorno de la actual calle Santiago, el cual permitió el abastecimiento, el riego de huertas y la implantación de numerosos talleres que empleaban la fuerza motriz del agua en esta zona dela ciudad. Posteriormente, en época almohade se construyóla Acequiadel Cadí para el abastecimiento y riego de la zona del Campo del Príncipe, situada a una cota superior que la zona servida por el citado ramal dela Acequia Gorda.

Así, lo más probable es que las referencias a que la construcción dela Acequia Gorda se realizara durante el reinado de Badis ben Habús o el de Abd Allah aludan a este ramal para el abastecimiento de parte de Medina Garnata, al igual que el resto de acequias urbanas construidas en esa época comola de Aynadamar, Axares o Romayla, pero no a la infraestructura de riego de la Acequia Gorda, la cual debe ser anterior.

En este sentido, los restos de obras hidráulicas romanas y centuriaciones existentes en la provincia, así como los restos arqueológicos de villas romanas encontrados en la Vega de Granada y los textos epigráficos que prueban la existencia de comunidades de riego en otras partes de Hispania, inducen a pensar que ya en esta época podía existir parte de la infraestructura de la Acequia Gorda. Es preciso tener en cuenta que hasta el siglo XIX gran parte de la red de riego de la Acequia Gorda estaba formada por canales de tierra y que la principal instalación permanente de la misma era la Presa Real, la cual, tal y como consta en diversos documentos del Juzgado Privilegiado de las Aguas de Granada, tuvo que ser reconstruida en numerosas ocasiones debido a sus frecuentes destrucciones ocasionadas por las crecidas del río Genil, por lo que no quedan restos arqueológicos como en el caso de otras obras hidráulicas romanas.

En relación a las normas que regulaban la distribución de las aguas tomadas del río Genil, la primera noticia documentada se remonta al siglo XIII. Se trata de un documento fechado en febrero de 1219 que contiene la confirmación de un repartimiento de las aguas del río Genil para el riego de parte de la vega y el abastecimiento a Granada y sus pueblos próximos, el cual ha llegado hasta nuestro días gracias a que fue romanceado por el escribano Micer Ambrosio Jarafy el 15 de febrero de 1502, conservándose una copia del mismo en el Archivo Municipal de Granada.

Este documento recoge las normas que regían la distribución de las aguas del río Genil realizadas con anterioridad por Abdalla, persona responsable de realizar los repartos de las aguas entre los distintos usuarios. La confirmación del reparto de las aguas fue firmada por una veintena de testigos, entre los que se encontraba un hijo de Abdalla, como garantía de que se había respetado la tradición, siendo la primera de una larga serie de ratificaciones ad perpetuam que terminaron en 1454 durante el reinado de Aben Ismael, poco antes de la toma de Granada, pero que fue nuevamente respetada por los Reyes Católicos, motivo por el cual se ordenó su traducción en al año 1502.

El repartimiento del Genil dividía sus aguas en quintas partes para el abastecimiento y el riego de Granada y las alquerías vecinas. Dos quintas partes le correspondían a la Açequia de la Güe Mayor (Acequia de Arabuleila) para el riego de las tierras de Armilla, Churriana de la Vega, Cúllar Vega y parte del pago de Tarramonta. Un quinto y medio para la Açequia de Erabmaçan (Acequia Tarramonta) para el riego de Purchil, Ambroz, Belicena y pagos de Tarramonta y Lamatar. El resto del caudal era destinado a la zona regable de la Acequia Gorda del Genil: un décimo para la alquería de Quemaur  y pago de Nafejar, así como el abastecimiento de los barrios de Axibin y Alfajjarín de la ciudad de Granada y un quinto para el riego de Tafia Albaida, Tafiala Zúfea, Majarix y Atarfe.

La confirmación realizada en 1219 del repartimiento de aguas del río Genil es un documento crucial que permite remontar la organización de los regadíos de la vega granadina, tal y como los conocemos hoy en día, con toda seguridad al siglo XIII, aunque el hecho de que  los testigos que firmaban el documento afirmaran que se lo oyeron a sus ancianos y que era usado desde mucho tiempo atrás induce a pensar que sea anterior.

Tras la conquista de Granada, los Reyes Católicos pusieron un especial interés en recuperar el desarrollo agrícola que tuvo la vega granadina durante la dominación islámica. Para ello se creó el Juzgado Privilegiado de las Aguas en el año 1501, organismo encargado de la puesta en práctica de la organización y normas de riego árabes, se ordenó la traducción del repartimiento del año 1219 y, según lo establecido en la Instrucción Real de 22 de marzo de 1571, se realizó el apeo y deslinde de las fincas confiscadas a los moriscos tras su expulsión definitiva.

El apeo y deslinde de los pagos regados por la Acequia Gorda fue realizado entre 1573 y 1574 por el licenciado Antonio Loaysa, incluyéndose en el mismo una valiosa descripción de cada una de las unidades de riego, sus linderos, los ramales, los tomaderos, las servidumbres y los derechos de riego.

Ordenanzas de la Acequia Real o Gorda del Genil

 

El siguiente documento en el que se recogen las normas de riego e infraestructuras de la Acequia Gorda es en las Ordenanzas para el régimen de la Acequia Gorda del Genil y aprovechamiento de sus aguas, el cual fue aprobado en el año 1882 para la constitución de la Comunidad de Regantes en base al Proyecto de Ordenanzas para el régimen de la Acequia Gorda del Genil redactado en 1880 por el abogado D. Gabriel de Burgos. Las Ordenanzas, aún vigentes hoy en día, describen de una manera detallada la organización de los riegos, el ámbito territorial y las infraestructuras.

 

Del análisis de estos documentos llama especialmente la atención la similitud en las normas de reparto de las aguas de riego, manteniendo su esencia con el paso de los siglos. Así, las reglas empleadas por los árabes para distribuir las aguas derivadas del río Genil por la Acequia Gorda han perdurado hasta nuestros días, salvo pequeños ajustes, permaneciendo fosilizadas en el tiempo.

Esta invariabilidad a lo largo de los siglos es igualmente aplicable a la derivación de agua de la Acequia Gorda para el abastecimiento de los barrios meridionales de Granada. En efecto, desde la construcción de la acequia Arca de la Ciudad en el siglo XI hasta la década de 1930, la Acequia Gorda ha suministrado ininterrumpidamente agua para el consumo humano, a pesar de los esfuerzos realizados por el Ayuntamiento de Granada para buscar otras fuentes de suministro a partir del siglo XIX.

Donde inevitablemente ha existido una evolución ha sido en los ingenios y artefactos que aprovechaban las aguas de la Acequia Gorda para la producción de fuerza motriz, siendo su regulación menos refinada y compleja debido a que estos aprovechamientos no consumían agua. Evidentemente, estas instalaciones industriales han variado con el tiempo en número, mecanismos instalados y uso al que se destinaban.

En el plano Diseño del Río Genil realizado en 1751 por Thomas Ferrer y José Toxar ya aparecen grafiados los molinos más antiguos como el de Los Dolores, Corregidor Alto, Corregidor Bajo, Marqués, Sagra, Alvarillo, Capitán, San Martín, Mendoza, Cerezo, Nuevo y Torrecilla. Muchas de las instalaciones industriales que aprovechaban el agua de la Acequia Gorda eran molinos harineros y pequeños talleres artesanos que ya existían en la Edad Media, desapareciendo algunos con el paso del tiempo y surgiendo otros nuevos. Prueba de ello es que en las Ordenanzas de 1882 aparecen inventariados cincuenta aprovechamientos industriales, mientras que una actualización realizada en 1930 el número se amplía hasta setenta y cinco.

Evidentemente, hasta la llegada de la electricidad a Granada en el año 1883, la única manera de suministrar energía a las instalaciones industriales y artesanas era mediante la acción hidráulica, motivo por el cual la Acequia Gorda ha desempeñado un importante papel en el desarrollo económico de la capital granadina y de los pueblos limítrofes. Este servicio ha sido prestado ininterrumpidamente hasta la década de 1970, no existiendo en la actualidad ningún artefacto movido por sus aguas.

La trascendencia que la Acequia Gorda tenía para la ciudad queda de manifiesto al comprobar cómo era representada en todos los planos cartográficos que se hacían de Granada. La primera cartografía encontrada en la que aparece reflejada la Acequia Gorda es un plano anónimo de las acequias derivadas de la Fuente de las Lágrimas de Alfacar y de los ríos Darro y Genil para el abastecimiento de Granada, realizado entre los siglos XVI y XVII y cuyo original se conserva en la Facultad de Teología de la Universidad de Granada. Con un mayor grado de detalle y rigor cartográfico se representa en la Plataforma de Granada realizada por Ambrosio de Vico en 1613, en el Plano Topográfico de la Ciudad de Granada levantado por Francisco Dalmau en 1796 o en el Mapa Topográfico de Granada dibujado por José Contreras en 1853.

Plano Topográfico de la Ciudad de Granada por D. Francisco Dalmau

Mención especial merece el ya aludido Diseño del Río Genil realizado en 1751 al ser el documento gráfico encontrado de más valor para la Acequia Gorda. En efecto, se trata de una representación de gran belleza, aunque más artística que cartográfica, en la que por primera vez queda representada toda la infraestructura hidráulica y mecánica de la Acequia Gorda desde la Presa Real hasta sus últimas ramificaciones en los núcleos urbanos de Atarfe y Santa Fe, no conociéndose una representación igual hasta que Luis Morell y Terry realizó a principios del siglo XX el Catastro geométrico-parcelario por encargo del Sindicato de la Acequia Gorda.

Del análisis de la cartografía histórica y de los expedientes tramitados por el Juzgado Privilegiado de las Aguas, se puede constatar cómo el trazado de los cauces de riego ha permanecido prácticamente inalterado hasta finales del siglo XIX, realizándose sobre los mismos únicamente operaciones de reparación y conservación.

A pesar de la importancia que la Acequia Gorda ha tenido para el desarrollo social y económico de la Vega de Granada, existe un gran desconocimiento sobre la misma, no siendo conocidos estudios que analicen esta organización y sus infraestructuras. Es precisamente este desconocimiento la causa de que gran parte de sus elementos hayan sido abandonados y maltratados por los avances urbanísticos y la desidia de las autoridades.

En efecto, la profunda modificación de la red de acequias derivadas del río Genil no deja de ser una consecuencia más de la adopción desde hace años de un modelo de crecimiento hacia la vega, que no ha sido capaz de reconducirse, y que ha ocasionado que el casco urbano esté solapado con una densa red de acequias y canalizaciones de imposible explotación y mantenimiento, entrando en conflicto con el resto de servicios urbanos existentes o de nueva creación, al tiempo que su capacidad mermada dificulta su función y produce daños continuos en las propiedades particulares por filtraciones o inundaciones.

Como consecuencia de todo ello, las tomas ancestrales han sido forzadas a recorridos urbanos innecesarios, estorbando cada vez más dentro de la ciudad y consumándose poco a poco la desaparición de un sistema hidráulico antiquísimo, lo que representa una lamentable pérdida. Prueba de ello es que las sucesivas alteraciones en la configuración y el trazado de la acequia han dejado sin riego gran parte de los jardines y huertas que perviven en el interior de la urbe y que constituye en gran medida un patrimonio histórico y paisajístico irrenunciable. En conjunto, tan drástica ruptura con el sistema tradicional genera  no sólo cuestiones jurídicas de difícil solución, sino problemas ambientales e histórico-culturales.